lunes, 1 de marzo de 2010

LOS CORSARIOS DEL AMOR....


¿no nos deberían llamar así? A aquellos que apostamos sin reservas por ese amor que nos llega y percibimos como verdadero, a aquellos que decidimos tomar el barco aun sin garantías de un destino seguro, a aquellos que apartamos los fuertes huracanes de la razón y escogemos viajar, aunque sea despacito, con la brisa que emana de un corazón enamorado...
En un mundo de intereses cruzados, en una tierra donde parece que los sueños se perdieron en el país de Nunca Jamás, nos sentimos corsarios del amor... nuestro amado, nos aguarda, en una maravillosa isla, quizás en un palacio, viste el velo del destino... En nuestro navío luce por bandera la palabra. Las velas se hinchan con la esperanza, de timonel, nuestro corazón, y en la popa reposa la pesada áncora, nerviosa, anhelante de llegar y poder descansar hasta siempre en el fondo del mar de las almas enamoradas... ¿Llegaremos? No hay garantía, pero vale la pena...
¿Sin miedo a nada? Mentira: estamos aterrados, pero somos hechos con aquella madera fuerte , con la ilusión de vivir y nunca dejaremos que el miedo venza a la esperanza...
Odalys

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