jueves, 8 de abril de 2010

SE ACABARON LOS SUENOS...



Era dulce tu sonrisa, como lo es la sonrisa de un niño. Era luz, transparencia, calidez y distancia. Un día dejó de ser un sueño para convertirse en materia, fui pretendiendo adentrarme en tu carne y en tu alma hasta convertirme en tu todo.
Pero tu estabas ausente, sumergido en otros mares, volteando a otro horizonte, aferrado a tus fantasías. Yo, aguardando en mi orilla, sintiendo tu angustia como si fuese mía.
Nos fuimos dando cuenta que nos embarcábamos a un viaje sin retorno, que asistíamos a la agonía de un amor que se apagaba antes de consumarse. Escuchábamos en silencio el lamento del viento, y nuestras voces sonaban casi como un eco lejano.
Me aferraba a tu triste mirada, a tu rostro dulce y fatigado, a tu frágil figura. Abrigaba la esperanza que al abrazarte se rompería el hechizo maldito que ponía una barrera entre nosotros. Pero no lo conseguía, seguías con la mirada perdida, con la voz apagada, casi como un fantasma.
Me preguntaba: ¿Qué será de mi pobre ánimo ahora que te alejas? ¿Qué será de la ilusión que he ido construyendo a lo largo de estos años? Nada. Ahora me doy cuenta que el encanto ha sido obra de mi loco amor, de mi obsesión de dar paso a la fantasía de sentirte mío. ¿A dónde divagaré ahora que se acaban los sueños? Voy cayendo en un pozo profundo y oscuro. Permitiendo que sus aguas me arrastren por otras vertientes hasta terminar sola, tirada en el fondo, lastimada. ¿Qué más da?
No sé, quizá debo aceptar que tan sólo te imaginé, que fuiste producto de mis más locas fantasía. Quizá debo aceptar que fue una dulce melodía escucharte y que fue mi peor agonía verme reflejada en tus bellos ojos tristes
ODY NOV/2008

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