jueves, 8 de abril de 2010

EL DIA QUE SE MURIO MI TRISTEZA.


Cuando nació mi Tristeza, le prodigué mil cuidados, y la vigilé con amorosa ternura. Y mi Tristeza creció como todos los seres vivientes, fuerte y hermosa y llena de maravillosas gracias.Y mi tristeza y yo nos amábamos, y amábamos al mundo que nos rodeaba. Pues mi Tristeza era de corazón bondadoso, y el mío también era amable cuando estaba lleno de Tristeza.Y cuando hablábamos, mi Tristeza y yo, nuestros días eran alados y nuestras noches estaban engalanadas de sueños; porque mi Tristeza era elocuente, y mi lengua también era elocuente con la Tristeza.
Y cuando mi Tristeza y yo cantábamos juntos, nuestros vecinos sentábanse a la ventana a escucharnos; pues nuestros cantos eran profundos como el mar, y nuestras melodías estaban impregnadas de extraños recuerdos.
Y cuando caminábamos juntos, mi tristeza y yo, la gente nos miraba con amables ojos, y cuchicheaba con extremada dulzura. Y también había quien nos envidiara, pues mi Triste za era un ser noble, y yo me sentía orgullosa de mi Tristeza. Pero murió mi Tristeza, como todo ser viviente, y me quedé sola, con mis reflexiones.
Y ahora, cuando hablo, mis palabras suenan pesadas en mis oídos.Y cuando canto, mis vecinos ya no escuchan mis canciones.
Y cuando camino sola por la calle, ya nadie me mira. Sólo en sueños oigo voces que dicen compadecidas: "Mira, allí yace la mujer a la que se le murió su Tristeza."

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